Las intervenciones basadas en mindfulness pueden mejorar la salud y el bienestar emocional de los niños y adolescentes que participan en ellas. Distintos estudios han evidenciado que la práctica de mindfulness ayuda a:
Reducir el estrés, la ansiedad, los síntomas de depresión, la reactividad, los problemas de conducta y la tendencia a distraerse (tanto de estímulos internos como externos).
Mejorar la concentración, la atención, la memoria de trabajo, la capacidad de darse cuenta o ser consciente, la capacidad de manejar las emociones, el autocontrol, la empatía y la comprensión hacia los demás, la autoestima, el rendimiento académico y el sueño.
Lograr una mayor tranquilidad y relajación.
Desarrollar habilidades para resolver de conflictos.
Fuente: Ruiz Lázaro PJ. Mindfulness en niños y adolescentes. En: AEPap (ed.). Curso de Actualización Pediatría 2016. Madrid: Lúa Ediciones 3.0; 2016. p. 487-501.
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