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Cómo el cerebro de las madres cambia.

Actualizado: 10 may 2023

La maternidad, al igual que ocurre en la adolescencia, es un periodo de neuroplasticidad y vulnerabilidad mental para favorecer la adaptación a los enormes requerimientos que depara la llegada de un bebé.



Sabemos que la maternidad supone una metamorfosis enorme y no solo a nivel personal, familiar o social. Durante el embarazo, el cuerpo se adapta a distintos cambios físicos a nivel cardiovascular, respiratorio, metabólico, renal o muscular, pero también se produce una modificación enorme en el cerebro. Así lo demuestran las distintas investigaciones realizadas en los últimos años que han analizado cómo el cerebro de las madres se prepara para maternar al bebé. Cambios profundos propiciados por las hormonas, que desencadenan un aumento de la neuroplasticidad. Se trata de un proceso similar al que se produce durante la adolescencia y que recibe el nombre de matrescencia, término acuñado por la antropóloga Dana Raphael en los años setenta y que ha ido ganando peso en los últimos años.


En un estudio de 2019 se demostró que existen similitudes entre adolescencia y matrescencia por una base neurobiológica. “Comparamos los cambios cerebrales de un grupo de madres primerizas y los de un grupo de chicas adolescentes. Sorprendentemente, ambos grupos mostraron un perfil de cambio prácticamente idéntico, lo que sugiere que adolescencia y matrescencia conllevan procesos de neuroplasticidad parecidos, y que las hormonas esteroideas son importantes mediadoras de estos cambios”, señala.

Según Susanna Carmona Cabañete, psicóloga clínica, doctora en Neurociencia y directora del grupo de investigación Neuromaternal del Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón, durante el primer embarazo, el cerebro de la mujer se modifica de forma drástica. “Los cambios cerebrales que caracterizan este periodo vital son tan marcados que actualmente la comunidad científica considera el embarazo la etapa de mayor plasticidad cerebral de la vida adulta”, asegura. Se trata, según la experta, de una ventana temporal en la que el cerebro es más maleable y adaptable a la experiencia. Detrás de esta maleabilidad enaltecida están las fluctuaciones hormonales y la interacción con el bebé: “Las primeras preparan al cerebro para que se torne más plástico; la segunda ejercerá presiones para moldearlo y adaptarlo a las demandas de la nueva etapa”.



Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón.



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