“Todo el mundo tiene fortalezas y todo el mundo tiene limitaciones en las que están trabajando”
Stephanie Lee, PsyD
(Directora del Centro para el TDAH y trastornos del comportamiento del Child Mind Institute).
La neurodiversidad es un concepto que se usa en las perspectivas actuales del autismo. Se utiliza para describir las diferencias en el funcionamiento del cerebro de las personas. La idea de que no hay una manera “correcta” de funcionar. Cada cerebro tiene características, talentos y retos propios.
El término neurodiversidad se originó en los años 90 para luchar contra el estigma de las personas con autismo, así como con TDAH y trastornos del aprendizaje como la dislexia. El movimiento de la neurodiversidad fue iniciado por Judy Singer, una socióloga australiana que también se encuentra dentro del espectro del autismo. Singer veía la neurodiversidad como un movimiento de justicia social, para promover la igualdad de lo que ella llamaba “minorías neurológicas”, es decir, personas cuyo cerebro funciona de manera atípica (incluían a las personas con autismo, así como con TDAH y diferencias del aprendizaje como la dislexia). Singer consideraba que estas diferencias no debían ser vistas como déficits, sino como variaciones normales y potencialmente valiosas del funcionamiento del cerebro. Con este enfoque centrarse en las fortalezas se convierte en una parte importante del tratamiento.
La Dra. Stephanie Lee, PsyD, directora del Centro para TDAH y trastornos del comportamiento del Child Mind Institute señala que este enfoque de tratamiento también hace énfasis en ayudar a los niños a que se esfuercen por alcanzar sus propios objetivos, en lugar de decidir los objetivos del tratamiento sin incluirlos a ellos. “Si hay síntomas que dificultan que una persona alcance sus objetivos, que se interponen en su camino, eso es lo que queremos trabajar”.
Los defensores de la neurodiversidad también argumentan que parte del deterioro que afecta a los niños con autismo, TDAH y dificultades del aprendizaje como la dislexia es causado por problemas en el entorno en el que se encuentran. Por ejemplo, un horario escolar rígido o un entorno de trabajo ruidoso y con luces brillantes pueden imposibilitar su buen funcionamiento. También se ven afectados por la exclusión social, la cual se puede derivar de la incomprensión de las personas neurotípicas. Por eso, otro de los objetivos del movimiento es fomentar cambios en los ambientes, desde los lugares de trabajo hasta las aulas y las fiestas de cumpleaños infantiles, para hacerlos más acogedores y receptivos a quienes piensan, procesan y aprenden de manera diferente.
En la neurodiversidad existen dos grupos: las personas “neurotípicas” y las personas “neurodivergentes”.
1. El término “neurotípico” se refiere a personas cuyas funciones cerebrales, comportamientos y procesamiento son considerados normales o típicos. Es decir, no tienen ninguna alteración en su neurodesarrollo como podría ser autismo, TDAH o Síndrome de Tourette.
2. El término “neurodivergente” se aplica a aquellas personas cuya neurología es no típica a la de la mayoría. En este sentido, la neurodivergencia puede abarcan varias condiciones ya sean físicas, mentales, genéticas o fisiológicas. Como el TEA que es una condición del neurodesarrollo, el TDA y la dislexia, entre otros.
No olvidemos que más allá de las clasificaciones, que nos sirven para identificar y potenciar las capacidades de cada persona, debemos asumir la neurodiversidad como una oportunidad de abrazar las diferencias.
Psicóloga Guadalupe Anaya
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