(Trastorno por déficit de atención e hiperactividad TDAH)
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por manifestaciones persistentes de inatención, hiperactividad e impulsividad que no corresponden al nivel de desarrollo de las personas y una persistencia de por lo menos seis meses, con un deterioro clínicamente significativo en al menos dos áreas de su vida (casa, escuela, trabajo, relaciones sociales, etc.), lo que impacta en el funcionamiento psicosocial.
Algunos autores refieren que las tasas de TDAH en el adulto se han incrementado en las dos últimas décadas, lo que está relacionado probablemente con la evidencia sobre la persistencia de los síntomas en la edad adulta. De los niños diagnosticados en la infancia, 76% mantiene el trastorno en esta etapa de la vida.
Esto último ha incrementado el interés por parte de los clínicos así como el número de trabajos para conocer sobre el trastorno, identificarlo y establecer el diagnóstico y tratamiento en esta edad. Diversos estudios internacionales han estimado que la prevalencia de TDAH en la edad adulta oscila entre 2.5 y 4.4% en población abierta.
El diagnóstico de TDAH en el adulto debe considerar no sólo los criterios del DSM sino otras manifestaciones clínicas. En la década de los noventa, Wender consideró no sólo la triada sintomática de inatención, hiperactividad e impulsividad, sino otras características asociadas a las funciones ejecutivas como la planificación-organización y regulación emocional.
Se han identificado síntomas característicos de TDAH en adultos que fueron diagnosticados en la infancia y que aún presentaban el trastorno, entre los que se mencionan la impaciencia ante la espera, impulsividad en la toma de decisiones, fácil distracción con pensamientos irrelevantes, fallas en la memoria, dificultad para mantenerse alerta o despierto en situaciones aburridas y para recordar sucesos de la infancia, problemas para iniciar proyectos o tareas, no leer o escuchar atentamente las instrucciones, y deficiente mantenimiento de la concentración en la preparación de clase o en actividades laborales. Dado que este trastorno presenta una alta comorbilidad con otros trastornos psiquiátricos, en otro estudio derivado de esta cohorte se observó que la distracción, la impulsividad, la falta de concentración, los problemas de memoria y la desorganización en el trabajo son indicadores para diferenciar el TDAH en adultos de otros trastornos como la depresión y ansiedad, y que los síntomas de hiperactividad no son discriminativos.
Síntomas en los adultos con TDAH:
- Olvidos.
- Nerviosismo.
- Irritabilidad.
- Impaciencia.
- Impulsividad.
- Inconsistente.
- Desorganizado.
- Logros por debajo de su capacidad.
- Siempre se le hace tarde.
- Dificultades para mantener la concentración en la preparación de clases o trabajos.
- Problemas para iniciar proyectos.
- No escucha ni lee las instrucciones.
- Dificultad para mantenerse alerta o despierto en situaciones aburridas.
- Fallas en la memoria.
- Distracción fácil con pensamientos irrelevantes.
Se ha estimado que 70% de los adultos con TDAH presenta al menos un trastorno comórbido. Los adultos con TDAH presentan mayor riesgo de labilidad emocional, depresión, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de estrés postraumático, fobias específicas, trastornos de personalidad, abuso de alcohol y sustancias, trastorno bipolar y trastornos de conducta. Por otro lado, se ha descrito la asociación entre el TDAH y sobrepeso u obesidad en adultos, argumentando que la desinhibición conductual que caracteriza al TDAH puede tener implicaciones en términos de regulación del peso; ya que se requiere del control e inhibición conductual para evitar respuestas reactivas como los atracones.
El TDAH por sí mismo y los trastornos psiquiátricos comórbidos que frecuentemente se presentan en el adulto afectan la calidad de vida y su nivel de funcionamiento; el rendimiento es deficiente en relación a lo esperado de su capacidad intelectual y nivel educativo. Frecuentemente se observan conflictos en las relaciones familiares, de pareja y sociales. Otras manifestaciones asociadas al funcionamiento psicosocial de los adultos con TDAH son el incremento de accidentes laborales y automovilísticos, conductas delictivas, y el uso y abuso de alcohol y sustancias.
Algunos autores refieren que las tasas de TDAH en el adulto se han incrementado en las dos últimas décadas, lo que está relacionado probablemente con la evidencia sobre la persistencia de los síntomas en la edad adulta. De los niños diagnosticados en la infancia, 76% mantiene el trastorno en esta etapa de la vida. Esto último ha incrementado el interés por parte de los clínicos así como el número de trabajos para conocer sobre el trastorno, identificarlo y establecer el diagnóstico y tratamiento en esta edad. Diversos estudios internacionales han estimado que la prevalencia de TDAH en la edad adulta oscila entre 2.5 y 4.4% en población abierta.
En la literatura se encuentra gran variedad de estudios en población adulta con TDAH; no obstante, son pocos lo que se han dedicado a estudiar a los universitarios con este trastorno, algunos autores señalan que muchos de ellos no logran concluir la formación media superior o incluso ingresar a la universidad, dado el impacto significativo que tiene el trastorno en el desempeño académico y en la eficiencia terminal.
Heilligenstein (1999) indica que la detección y diagnóstico de este trastorno en la universidad se realiza debido a que los mismos estudiantes solicitan ayuda al tener información sobre el mismo, y a que identifican los síntomas actuales y la persistencia de éstos a través de su infancia y adolescencia, así como la repercusión que ha tenido en su vida cotidiana.
Al respecto, Reilley (2005) considera que los consejeros u orientadores son un elemento importante para detectar a los universitarios que presenten síntomas de TDAH, ya que ellos pueden identificar a aquellos estudiantes que tienen dificultades persistentes en el área académica y psicosocial, las que se manifiestan con conductas disruptivas como hablar continuamente, interrumpir, entrar y salir del salón en más ocasiones que el resto del grupo, la impuntualidad, desorganización, problemas con la autoridad y abandono de los estudios. Este autor refiere también que los orientadores deben ser cautos al utilizar los listados de síntomas de TDAH del adulto, ya que sólo son instrumentos de tamizaje y no son diagnósticos por sí solos, por lo que pueden obtenerse falsos positivos por la posible presencia de otros trastornos psiquiátricos, lo que hace necesaria una evaluación clínica por un especialista.
En algunas universidades se han creado grupos de psicoeducación para alumnos con TDAH, en los que se trabajan las habilidades sociales, técnicas para resolver problemas, las relaciones con compañeros y el manejo del enojo. Durante estas sesiones se emplean diversas actividades de retroalimentación y reflexión para que el alumno mejore su forma de interactuar con los demás.
El impacto psicosocial del TDAH es un obstáculo para un buen desarrollo académico. Se han comparado a estudiantes con y sin TDAH, identificando que el grupo de TDAH presentaba un bajo promedio, más cambios de carrera, mayor frecuencia de abandono de estudios y deficiente eficiencia terminal, ya que el tiempo para concluir el plan curricular estipulado fue mayor. Por otro lado, la transición a la universidad puede resultar para algunos estudiantes un cambio drástico en el que se requiere de un mayor nivel de autoregulación no sólo en el campo académico, sino en términos de responsabilidad en las esferas personal y social. Lo que resulta un gran desafío, ya que el déficit inherente de la autorregulación del TDAH se intensifica en esta etapa.
También se ha descrito mayor frecuencia de uso y abuso de alcohol, y la edad de inicio del abuso de sustancias fue más temprana que en personas sin el trastorno, lo que puede aumentar el riesgo de desarrollar una adición. Por otra parte, los universitarios con síntomas de TDAH y depresión manifiestan una autoevaluación negativa de su apariencia física, preocupación por el sobrepeso e insatisfacción de su imagen corporal.
Es necesaria la sensibilización de la comunidad académica y la capacitación de los profesionales de salud que atienden a los universitarios, ya que persiste la idea de que el trastorno remite en la adolescencia. Los programas de salud en la universidad tienen una posición única y grandes oportunidades para proporcionar una atención óptima e integral a los estudiantes.
El modelo de tratamiento multimodal es efectivo para el TDAH en las distintas etapas el ciclo vital, que consiste en la prescripción farmacológica e intervención psicosocial. En los adultos, el tratamiento psicofarmacológico indicado son los estimulantes que inhiben la recaptura de dopamina (de acción corta, media y larga) y los no estimulantes que inhiben la recaptura selectiva de noradrenalina. La intervención no farmacológica incluye la psicoeducación como un factor importante para el paciente y su familia, lo que facilita la adherencia al tratamiento, considerándose también psicoterapia individual y grupal, las intervenciones psicosociales, aprendizaje de habilidades sociales y estrategias cognitivas.
El TDAH se presenta desde la infancia hasta la vida adulta, y sus manifestaciones clínicas cambian en las distintas etapas; por ello los criterios para el diagnóstico en jóvenes y adultos se han modificado de acuerdo a los resultados de la investigación en este campo. La etiología es principalmente poligénica e implica diferentes circuitos dopaminérgicos y noradrenérgicos de las redes neuronales frontosubcorticales que se relacionan con las dificultades en el control inhibitorio y funciones ejecutivas, lo que se manifiesta en el funcionamiento cognitivo y la conducta, esto impacta el funcionamiento psicosocial que afecta la calidad de vida de quienes padecen el trastorno, así como su entorno social y el cuidado de su salud. La prevalencia que se reporta para adultos y jóvenes es de 4.4% en población abierta. En este último grupo están los universitarios, en los que difícilmente se realiza una detección oportuna, y como consecuencia se subdiagnostica, situación que tiene que ver con la idea de que el trastorno remite en la adolescencia.
Es importante sensibilizar a la comunidad universitaria sobre las manifestaciones del trastorno, tanto a los alumnos como a los académicos y tutores, con el objetivo de apoyar a los estudiantes, sobre todo a quienes presentan dificultades académicas y de desarrollo personal; lo que puede contribuir a que logren una eficiencia terminal e iniciar una vida profesional. Para alcanzar estas metas es recomendable diseñar programas para el tratamiento médico especializado y estrategias de cognitivos conductuales para este atender este trastorno.
Psicóloga Guadalupe Anaya
Referencias
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